Este sector está a punto de experimentar un aumento en la actividad global, ya que China, América y los mercados emergentes asiáticos se preparan para incrementar sus inversiones. No obstante, la intensa competencia global amenaza la rentabilidad de las constructoras.
Para luchar contra estas presiones, las constructoras ya han empezado a diversificar sus carteras entrando en los mercados industriales y de servicios públicos. Al final, la rentabilidad a largo plazo depende de poder atraer los mejores altos directivos, que utilizando la tecnología necesaria sean capaces de desarrollar productos innovadores y sostenibles.